Escuché una frase en la película Historias de un matrimonio, refiriéndose al proceso de divorcio que se me quedó grabada: “cómo puede tanto mal admitir moderación” cuando no hay buenos ni malos y los dos miembros de la pareja sufren y son vulnerables. Qué difícil es tomar la decisión, cuánto miedo e incertidumbre en este proceso, qué complicado identificar lo que sientes, qué duro responder a tantas preguntas y cuánta templanza para mantenerte en la cuerda y no caer a la red o en el peor de los casos al vacío.
Sí, es mejor divorciarse con valentía que con rencor, con determinación y convencimiento que con amargura, resentimiento y dudas, pero ¿cómo se hace eso, si apenas me mantengo en pie después de los primeros golpes? Hay que levantarse de la lona y enfrentar a tus mil contrincantes y caer y caer, una y mil veces y tener la fuerza, el valor y el coraje, de volverte a levantar, aunque sepas ahora que tu rival es más fuerte y que en cualquier momento volverás a dar con tus huesos en la lona.
Cómo llevar bien el proceso de divorcio
El divorcio es un viaje, que inicias tu o te inician, con el miedo de compañero y tus cicatrices en la mochila, te despiertas en una montaña rusa de emociones, tratando de no perder el control, intentando ser fuerte.
He leído mucho acerca del proceso de divorcio, cómo actuar con los hijos, consejos legales, psicológicos, he visto muchas discusiones en foros de padres separados y leído artículos de opinión más o menos acertados, guerras de género, ideologías mezcladas con estereotipos rancios, historias con malos y buenas, buenos y malas, algunas muy trágicas e imposibles de olvidar o perdonar, otras afortunadamente de convivencia cordial y madura… pero lo que sí tengo claro es que no hay más certeza, que la de saber que no hay un camino escrito al final del túnel.
Todos tenemos razón en algo y todos estamos equivocados en mucho, hace frío fuera de la zona de confort, llueve y nos han quitado el paraguas. Creemos tener la llave que abre todas las puertas, la razón de todo lo que hacemos o decimos sin tener en cuenta más que nuestra propia mirada, entonces…
¿es posible dejar de lado todos los sentimientos, rencores, frustración y dolor y centrarnos exclusivamente en una relación cordial por el bien de nuestros hijos?
Esta es la gran pregunta…
Mi respuesta es que NO, claro que no. Todo esto forma parte de, en lo que nos hemos convertido, las emociones nos afectan, los sentimientos nos influyen y nuestro pasado, nos recuerda las escenas más dolorosas del teatro de nuestra vida.
¿Podríamos, entonces, gestionar de mejor manera las emociones en nuestro divorcio? ¿y nuestra manera de relacionarnos con la otra parte? ¿Podríamos alcanzar una relación más cordial y constructiva que haga más fácil la vida de nuestros hijos? ¡Claro que sí! no sigas el camino solo, busca ayuda, mejora la comunicación con tu ex, organízate mejor con apps para padres separados, cuídate más, trabaja tu autoestima, asume tus debilidades y supera tus miedos.
Lo primero es ser consciente de que las cosas llevan su tiempo, no va a pasar ya, ni va a ser fácil. Analízate, reflexiona, márcate un camino, déjate ayudar, levántate de la lona, no busques venganza, no admitas el rencor, no odies, no impidas, no juzgues, y recuerda; alguien te observa, te admira, te adora, te necesita fuerte, lo demás no importa, solo ellos, solo tus hijos.
Recuerda, No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final.
Jose A. Pérez Alavés
Socio Fundador de 2BePart